13 marzo 2012

Compartir cama

Y esta soy yo, perdida en cada recoveco de tu piel, sumergida en cada esquina de tu cuerpo, buscando a tientas tu sexo, siguiendo tu mirada en la oscuridad de esta habitación...
Los movimientos acompasados de nuestros cuerpos nos automatizan, la fricción de nuestra piel nos humaniza, la oscuridad nos revela, nos desvela más humanos y reales que nunca.
Toda nuestra realidad cuelga con pinzas sobre nuestras cabezas. Más allá del pudor del desconocimiento, está la confianza del tiempo consumido juntos. Más allá del miedo se encuentra la verdad de que, para compartir la cama con otra persona, prefiero no compartirla. Y quizá, sólo quizá, soñar contigo.

08 marzo 2012

¿Cuál es nuestro límite? ¿Cuándo llegamos a ese umbral en el que decimos "ya no más"? ¿Hasta dónde somos capaces de llegar por los demás? ¿Y por nosotros mismos?
Y aún llegando, ¿podríamos continuar? ¿Nos queda aún energía dentro para dar un poco más? ¿Cesamos porque nos hemos agotado? ¿Porque nos hemos rendido? ¿O simplemente porque hemos querido? ¿Realmente sabemos establecer bien ese límite o es algo totalmente aleatorio?
Creo que sé aguantar hasta que duele, incluso... hasta después de doler se puede seguir aguantando. Pero creo que entonces, puede ya no merecer la pena. De hecho, es probable, que pasado un tiempo te des cuenta de que nunca mereció la pena.
Sin embargo, no me arrepiento del dolor, ni del haber persistido, ni siquiera me arrepiento de que no mereciera la pena. Tan sólo me arrepentiría de no haberlo intentado.

04 marzo 2012

Play

PLAY.




Y entonces mi cerebro pasa a otra dimensión, a otro plano paralelo desde el cual todo se observa y siente diferente. Mi visión del mundo es la misma que la de los demás, pero mi cabeza procesa las sensaciones diferente. El sol brilla más fuerte, la noche tiene más estrellas y el césped es más verde. Todo es más intenso a la vez que difuso, todo es más caótico a la vez que concreto.
Mis ideas vagan sin cesar de un lado a otro, como estrellas fugaces que a penas se dejan ver, a penas dejan pedir un deseo, pero a veces tienes la suerte de poder hacerlo. Y entonces sonríes, sabes que no tiene sentido, pero aún así te gusta hacerlo.
Es como si fuera otra persona, la parte inconsciente de mi ser se esconde ahí, siempre al acecho pero siempre segura, en una parte inquebrantable de mi ser, tan profunda y tan intrínseca que no se me permite vivir sin ella. No puedo.


PAUSE.