31 enero 2009

Nada.


Todo se va apagando a mi alrededor, quedándose sin energía, desapareciendo, cayéndo, siendo llevado por el viento como si fuese arena. Todo se desmorona, todo, y no puedo hacer nada para impedirlo.

Cada vez me queda menos. Menos razones, menos fuerzas, menos sonrisas, menos alegrías,
menos personas.
Ya no hay nada. No me queda nada. NADA.

29 enero 2009

Me consumo.

Me consumo como una cerilla, como un cigarro, como un candil, como una estrella. ¿Qué pasa con una estrella cuándo se apaga? Me refiero a todo eso que transmite una estrella, lo que es para nosotros una estrella, ese punto brillante y calido en medio de la noche y la oscuridad, ¿a dónde va?

Estoy cansada, y herida. ¿Cuánto tiempo más tendré que soportar esto? ¿Cuándo se acabará todo? Tengo miedo, me muero de miedo, el miedo es el que hace que me consuma. Pánico, terrible, espeluznante, del que hiela los huesos, del que paraliza. Odio, rencor, venganza, avaricia, celos, y más odio aún, y después de todo, después de todo lo negativo, viene lo peor, la infelicidad. Porque la tristeza es para los felices, y la infelicidad para los que nunca supimos que es la alegría.

No siempre se nos ofrece la posibilidad de arreglar las cosas, la vida, el mundo. No siempre somos capaces de llorar y reír en el momento necesario. No siempre conseguimos lo que queremos y no siempre actuamos como sabemos que debemos. No siempre aceptamos las consecuencias, y muy a menudo perdemos los estribos. Al fin y al cabo, somos igual de arrogantes que el de al lado, y eso nunca cambiará.