27 mayo 2009

Marta: Parte II

Se sentó en la mesa frente a un plato que contenía un filete de ternera. No era demasiado, pero a Marta se le antojaba un mundo entero. Su madre lo había partido en pequeños pedazos y había cortado un trozo de pan por si su hija decidía comerlo. Había dejado junto al plato un yogur de fresa y un vaso de agua.
Bebió el vaso de agua de un trago intentado que su estómago dejase de rugir pidiéndole grasienta comida, bebió otro más, y para finalizar otro más. Se sentía más llena y se sentó frente a la comida durante un largo rato, mirándola pero sin verla, como allí mismo se abriese la puerta a otro mundo paralelo.
Su madre se sentó junto a ella y le incitó a comer.
-Venga, Marta, cielo, come un poco. Es poco, lo he partido en trozos pequeños, vamos cariño –repetía su madre una y otra vez, mientras que sus palabras no surtían ningún efecto en su hija-.
Pasados unos diez minutos Marta cogió el tenedor y pinchó el primer trozo de carne con ciertas reservas y disgusto y se acercó el tenedor a la boca. Se introdujo el trozo de carne en la boca y lo masticó lentamente, estuvo masticándolo un largo rato hasta que consiguió tragarlo no sin cierta dificultad. Bebió un largo trago de agua y continuó con ese proceso lenta, pero progresivamente.
Cuando hubo comido la mitad del filete dejó el tenedor sobre la mesa y empujó el plato apartándolo de su vista. No tocó el pan ni una sola vez y se negó a tomar el yogur, aunque su madre le obligó y le llevó alrededor de quince minutos.
Al terminar volvió a su cuarto y se tumbó en la cama. Cogió el mp4 y se tumbó a escuchar mientras lloraba y veía sus esperanzas en una vía de escape rápida y fácil frustradas y prácticamente irrealizables.
No era la primera vez que lo intentaba, pero ninguna había tenido el valor para hacer nada, o nada definitivo. Tenía algunas marcas en las muñecas, le habían hecho dos lavados de estómago por haberse atiborrado a pastillas y el resto no había tenido valor para llegar al número diez de su cuenta. Hoy, cuando por fin estaba decidida tenía que haber llegado su madre para librar batalla con la cena.
“Al menos no le daré el gusto de verme comer ni engordar, sí, encima”. Con ese pensamiento salió al pasillo sigilosamente y se dirigió al baño donde se cerró con pestillo. Se metió los dedos corazón e índice de la mano derecha en la boca hasta que por fin las arcadas le permitieron vomitar la cena. “Me da igual que haya cenado poco, es lo suficiente como para engordar algo, además, ya como si me vomito a mi misma. Me da absolutamente igual lo que sea de mí” decía en su cabeza.
Marta se metió en la cama con los pensamientos puestos sobre un cuerpo esbelto, de modelo. La envidia y a la vez odio hacia sí misma corrían por sus venas llenándola de ira, tanta que alguna lágrima asomaba a rostro una lágrima y pensaba que no podría resistir mucho más tiempo aquella presión, que estallaría en cualquier momento. Finalmente, aunque en tensión, se durmió, para dar paso a las mismas pesadillas de siempre que no la abandonaban noche sí ni noche tampoco.

8 susurros:

Pankdemia dijo...

Marta...otro producto de la sociedad del espectáculo

begoña ml. dijo...

Marta no debería dejarse llevar por esta sociedad y ser más ella misma.
Me gusta mucho la historia.

Un beso (:

.A dijo...

todos somos productos de alguien..

Anónimo dijo...

Que pedazo de historia, Señorita.

Genial, de verdad, se lo coje cariño a Marta.

Yo siempre suelo decir que sólo soy pedazitos de todas aquellas personas con las que me he cruzado en la vida.

Dara dijo...

Qué triste es que tu mente decida distorsionarte la imagen del espejo para que te vomites a ti misma y cambies lo que crees ver.



un miau de leche con galletas para Marta :)

Poeta a media jornada© dijo...

¡Dios! Decadas han pasado sin pasarme. Este texto he sido algo que me ha impactado para bien.
Es muy bueno. Siento si no me pasaba regularmente estaba castigada.
Un beso.

cora dijo...

Es importante creer en la realidad mágica, aunque a veces cueste seguirle la pista, es escurridiza.

Respecto al texto, me leí también la primera parte de la curiosa historia de Marta.Como tantas otras, las vidas se repiten y dan lugar a personas como Marta que viven este tipo de situaciones. Aver como sigue.

Un beso Lei!

Anónimo dijo...

Ya sabia yo que me iba a gustar la segunda parte de la historia. Genial. Mañana sigo con la III que ahora estoy que me caigo de sueño.
Besos Varios Desconocida

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