29 abril 2009

Ni me suavices ni me conquistes.

Hay personas que coleccionan sellos, otras cromos y otras chapas. Yo en cambio, consigo corazones, robo corazones y colecciono corazones.
Es muy fácil hacer algo propio cuando se es robado, pero es más difícil hacerlo tuyo si existe alguna ley -completamente incomprensible- que dice que no importa cuán lejos se encuentre el corazón que late al mismo compás que el que tienes entre tus manos, que da igual lo cerca que lo tengas, se pertenecen y sobras en la historia, eres un apéndice.
Yo, sin embargo, consigo corazones por el módico precio de cuatro palabras bonitas y un falso cariño desmesurado. Gano en todas las subastas de corazones en paro cardíaco y me largo por donde he llegado con mi trofeo.
¿Qué por qué soy tan frío y sincero? Debe ser cosa del clima, o sino del palpitante dolor que llegó recorrer mi piel.
Tengo los sentimientos neutralizados y un cuerpo marmóreo. No existen daños, reclamaciones o arrepentimientos ante mis ojos.
Llámame inhumano si quieres, pero seguiré impasible ante tus súplicas y sollozos. Sólo quiero ese órgano de rojo carmesí que escondes bajo tu pecho como si fuese el más valioso de tus tesoros.
No es de los tuyos, es de los míos. Mío para matarte, y mío para morirme.
Echo de menos el ardiente fluir de la sangre en las yemas de mis dedos y los laditos desacompasados después de rozar su piel. Porque ya ni ella existe ni yo palpito, ni yo siento, ni yo soy.
Utilizo tu corazón a modo de reloj biológico entremezclado con cientos de latidos más que me llaman desde el otro lado de una vitrina.
Adios. Ni me suavices ni me conquistes.

3 susurros:

Pankdemia dijo...

El texto es una conversación mía con un buen amigo ;)
Soy tal como me imaginabas? Eso está bien :*
Me ha gustado la entrada de hoy

cuídese señorita!!

Norae Lebowski dijo...

Así estoy y he sido durante todo un año yo. Solo que de vez en cuando, más bien, casi siempre, se me escapan lágrimas de los ojos y me pincha mi propio corazón.
Intenté robar uno y reemplazarlo, intenté congelarlo, matarlo, trocearlo y lanzarlo al mar. Pero no lo conseguí y ahora solo late de vez en cuando, y para hacerme sentir mal, como ahora.
En efecto, no es un buen momento.
Es Mayo, y en Mayo, todos los días son Veintiocho.



:*

Erik Cohen dijo...

Me encanto el post!

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