Desperézate, lávate la cara y sobre todo, abre los ojos. Mira el mundo desde otra perspectiva, desde varias diferentes: gira la cabeza, date la vuelta, mira hacia arriba, hacia abajo, cerrando un ojo, abiertos de par en par o incluso cierra ambos, a ver que se siente, pero mira bien. Prueba de tantas formas como quieras y se te ocurran y comprende la realidad, que pocas cosas hay tan malas como vivir engañado, por no decir ninguna.
Toma un café, dos o incluso tres, hasta que la sangre vuelva a fluir por tus venas como lo hace de costumbre, como cuando estás feliz y el corazón te late desbocado, incluso hasta llegar a ese punto en el que a veces se te sale del pecho y tienes que sujetarlo con las manos antes de que se te escape.
Pon la radio, o mejor aún, algo de música, algo alegre que te haga sentir viva. Canta, a todo pulmón y desmelénate. Permítete el gusto de ser feliz, o de intentarlo al menos.
No te quedes dentro de tus propias murallas negándote el paraíso exterior.
¡Llorar de felicidad! ¡Qué sensación!
2 susurros:
Cuanto optimismo mujer
así da gusto!
No solo vivir engañado es un terrible problema, aún más complicadamente humano es el error de vivir engañado y engañarse a uno mismo de que no lo está.
Trillado pero real.
Muy bonito el blog.
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